domingo, 11 de mayo de 2008

Otra vez ensalada

Le dio las llaves del auto amablemente al cochero, quien había abierto gentilmente la puerta para su esposa. La pareja se acercó lentamente a la lujosa mansión subiendo escalones tras escalones. Al llegar a lo más alto entraron a la recepción de la exclusiva fiesta de una gran empresa a la que habían sido invitados por los grandes logros del esposo en dicha empresa.

Al entrar al salón notaron rápidamente una enorme fuente de vidrio y plata que contenía la gran especialidad de la noche, una ensalada que tenía fama de ser única. Verde como la naturaleza misma, el gran recipiente llamaba la atención de cada uno de los presentes. Con tamaño como para alojar diez grandes elefantes, la sala principal ofrecía un lugar perfecto para encontrarse oportunamente con los conocidos y hacer sociales. A la izquierda se extendía una colosal cortina de color sangre que cubría una alta pared de vidrio con dos salidas a un patio no muy extenso pero poblado de árboles y flores.

No habían llegado a admirar la mitad del gran espectáculo visual que tendía frente a ellos cuando rápidamente se acerco un señor de unos cuarenta años, vestido de traje y peinado a la gomina que los saludó efusivamente diciendo:

-Roberto Arias, un gusto. Bienvenidos a la fiesta.

Antes de que pudieran dar alguna respuesta se apresuró a decir:

-Que hermosa pareja que forman, realmente los envidio. La inteligencia de este hombre no se compara con ninguna ¿no es así señora?

Sin esperar respuesta alguna se retiró mientras pronunciaba las últimas palabras, acercándose a otro matrimonio para saludar con gusto. Inmediatamente la pareja se miró sin poder comprender, ni conocían al hombre y éste los trató como si no fuera así, hacían comentarios de indignación entre ellos, simplemente se decían que no podían creer haber visto semejante acto de falsedad. Al no poder digerir tal actitud se dispusieron a olvidarlo y se dirigieron hacia la fuente de ensalada, para servirse el primer plato de un gran manjar. La esposa no quiso comer, pero el marido se proveyó de una gran cantidad de la famosa ensalada y se sentó a comer con gran ánimo.

Mientras él comía la esposa fue al patio, donde encontró un banco junto a un árbol en el que estaba totalmente liberada del vaivén de saludos y cordialidades.

En ese momento hizo su gran aparición el anfitrión de la fiesta, el presidente de la exitosa empresa. Se armó una gran revuelta de gente a su alrededor que se pisoteaba para poder saludar al ilustre personaje y poder felicitarlo por la gran fiesta, parecían palomas elegantes rodeando un manojo de migas. Abriéndose paso entre todos el presidente se sentó a comer a un lado del esposo. Éste se sintió halagado y saludó cordialmente a su jefe mientras una multitud se sentaba junto a ellos. En menos de un instante se desencadenó una conversación entre todos, en la que opinaban sobre cualquier tema relativo a la empresa. Mientras comía el segundo plato de ensalada, el esposo fue amoldándose a la conversación y pasó a ser alguien muy escuchado dentro de los que mantenían la charla.

Hacia el final de la fiesta, la gente se empezó a levantar de la mesa mientras que el esposo comía su quinto plato de ensalada, no podía creer que después de comer tanto siguiera queriendo comer, pero simplemente no lo pensaba. Finalmente terminó con su último bocado y al pararse vio a su jefe, que se había retirado de la mesa cuando se comenzó a discutir sobre política. Rápidamente se acerco a él, que estaba con su mujer, y les dijo:

-Que hermosa pareja que forman, es un espectáculo el verlos juntos.

Se alejó sonriente, parecía feliz, pero de pronto empezó a sentir una enorme presión en el pecho, no podía respirar bien, las cosas que veía no las entendía y las quería ignorar. Una ráfaga de ira subió a su cabeza como un rayo y en ese momento salió corriendo en dirección opuesta a la que iba caminando y se subió a la fuente que contenía la ensalada. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre ella, como queriendo pararse en la mezcla de verduras. Por un momento creyó estar firme y sonrió, pero antes de poder cantar victoria, bajo sus pies se desmoronó la superficie irregular de la ensalada, hundiéndolo hasta lo más profundo del recipiente donde murió ahogado sin que nadie lo note.


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1 comentario:

rodri dijo...

"Si no se vive como se piensa se termina pensando como se vive."
bueno el cuento y la frase esa tiene un aire parecido al del cuento para mi.