viernes, 30 de mayo de 2008

Añoranza

Hugo nació casado, así es, cuando vino al mundo ya contaba con una esposa que lo quería como a nadie en el mundo. El nunca entendió porque había ocurrido esto, ni se lo preguntaba ya que no podía estar más satisfecho, su mujer era la envidia de las flores más hermosas de la primavera, llena de vida, colores y eternidad, fuente de sensaciones que se remontan más allá de lo descriptible. Como un árbol verde mirando al sol él sólo podía admirarla y amarla, su gran belleza no lo desconcertaba, le daba la tranquilidad mas profunda que nadie nunca pudo haber tenido.

Muchos dicen que algunas cosas son demasiado perfectas como para no arruinarse, parece una postura bastante pesimista, pero en el caso de Hugo lamentablemente fue así. Una mañana, muy temprano Hugo se levantó sin saber el porqué, pero algo lo llamaba desde debajo de las escaleras. Bajó indiferentemente, simplemente seguía las direcciones que su cuerpo le iba dando. Al llegar a la cocina prendió la luz sin casi notar el estallido amarillento proveniente de la lámpara, se acercó poco a poco a la mesada cuando de repente con un gran temblor que sólo sintieron los pocos pájaros que estaban despiertos para esas horas, una gran pared de un ancho infinito había bloqueado totalmente el pasaje desde la cocina hacia el resto de la casa. Instantáneamente la mujer se levantó, estaba preocupada, nunca lo había estado y se suponía que nunca lo estaría, algo estaba mal. Se levantó y con gran agilidad bajó las largas escaleras saltando de escalón en escalón, cada uno más alejado que el último. Cuando llegó a la gran muralla que la separaba de su amado esposo simplemente la miró por unos segundos y rompió en un llanto desconsolado, que nadie hasta el día de hoy ha podido calmar.

Mientras tanto, Hugo estaba sentado en el piso de la cocina, parecía perplejo, cosa entendible si tenemos en cuenta que no estaba pensando. Su mente estaba completamente en blanco, podría haber aparecido un elefante de magnitudes colosales en esa mismísima cocina y el nunca lo hubiera notado. No parecía interesarle la situación en la que se encontraba, se limitó a mirar fijamente las imágenes que se desfiguraban delante suyo y se volvían a transformar en una nueva cosa.

La triste y hermosa dama, llorando aún, salió corriendo de la casa y dio la vuelta por un pasillo al aire libre, cubierto por las secas ramas de lo que parecía una infinidad de árboles alargados, al llegar a la puerta que daba a la cocina quiso abrirla pero notó que estaba cerrada desde adentro y era imposible abrirla. Se apresuró hacia la ventana queriendo liberar al pobre hombre de su encierro, pero por más que intentó no darse cuenta de que era vano, finalmente se rindió. Solo quedaba la opción de sacar al hombre de su estado de trance para que así pueda abrir la puerta que daba al tan ansiado reencuentro.

El arduo deber que el destino había puesto sobre los hombros de la gran mujer recién empezaba. Probó en un principio golpear y gritar tan fuerte como pudo, pero esto no dio señales de tener efecto alguno sobre el aislado ser que se encontraba en la cocina. Finalmente resolvió que iba a acostarse a pensar en el verde pasto que cubría todo su jardín. Pasaron los días y las hojas de los árboles empezaron a caer de una forma majestuosa, una después de la otra, como si se pidieran permiso entre ellas. Hasta que un día el tiempo pareció detenerse, en ese momento la bella dama finalmente tuvo la gran idea que esperaba: iba a cantar una canción. Parece absurdo, pero eso fue lo que hizo, se sentó cerca de la ventana, desde donde veía bien, y se dispuso a cantar con todo su ser. Ella nunca había cantado, una pena para la humanidad porque cuando entonó la primera nota de su cántico lo realizó con una voz tan hermosa y pura como ella misma. Dentro de la cocina algunas imágenes ya se habían transformado en aturdidores sonidos, pero la prodigiosa voz los superó y llegó directamente a los sentidos de quien debía recibirlas. Hugo quitó sus fijos ojos por un segundo de las imágenes que lo rodeaban, pero estas en un instante se tornaron una pesada nube oscura que no le permitió divisar a su amada esposa. Una gran batalla se había librado entre el hermoso sonido que provenía desde fuera de la cocina y las imágenes que turbaban el aire interno de la misma, atrapando todos los sentidos de Hugo y cada una de sus ideas. Pero la mujer no había cantado en vano, muchas ideas y sentimientos de Hugo escaparon a la prisión que los rodeaba, y se dirigieron apresuradamente hacia donde ella estaba, la señorita no pasó esto por alto, y cantó cada vez con más pasión ya que cada vez sentía más a su esposo. No se rendiría permitiendo la muerte total de su esposo. Mientras más sentimientos ponía en su canción las vanas imágenes de la cocina parecían desvanecerse más. Pero las mismas no desfallecían, cada vez se hacían más fuertes, es así entonces como empezó el forcejeo por la mente del hombre, y por su amor.

Durante miles de años la mujer siguió cantando y llorando, nunca pasó hambre porque sus notas la alimentaban, solo sufría de una fuerte añoranza del tiempo en el que ella y su esposo fueron un solo ser.


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Nuevamente, espero críticas, interpretaciones, correcciones, cualquier cosa. gracias.

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